¿En qué medida puede una película mejorar la sociedad en la que vivimos? Dicho así, puede sonar pretencioso y vacío de sentido. Pero el cine, como medio de expresión que transita en los límites de la fantasía y la realidad, ofrece la posibilidad de impactar en modelos de comportamiento, ideologías, y hasta en decisiones políticas. Desde su aparición, las películas no solo han sido un mero testigo de su tiempo, sino que también se han erigido en auténticas protagonistas, con el poder para cambiar el estado de la realidad. Una mujer fantástica (Sebastián Lelio, 2017), por ejemplo, consiguió que la presidenta de Chile de entonces, Michelle Bachelet, expresara en una red social su compromiso para acelerar el proyecto de ley de identidad de género. Es evidente que el éxito de la película, tras obtener el Oscar a la mejor película de habla no inglesa, debió ser determinante para que su historia trascendiera las pantallas de cine. Pero tampoco debemos obviar la capacidad que tienen las películas para tocarnos emocionalmente y permitirnos cambiar de opinión o ver las cosas desde un prisma diferente, gracias a la combinación de imágenes y sonidos, así como a la feliz yuxtaposición de la forma y el fondo.
La persuasión narrativa de la ficción cinematográfica puede ser una herramienta muy eficaz, por ejemplo, para reducir las actitudes racistas. Y ese fue el punto de partida para la escritura del guion de HONTE.
Nunca he mostrado un especial interés por el cine de tipo social, ni tampoco ha nacido en mi cabeza ninguna idea de película, que fuera producto de una injusticia que me conmoviera. Pero, a veces, hay historias que te encuentran, que te tocan en lo más profundo y devienen en una obsesión. Las historias nacen del impulso fulminante de una imagen, una anécdota o un recuerdo, algo que no le deja dormir a uno. Y hay que ser fiel a esos impulsos, para hacer una película honesta que no le delate a uno. En el caso de HONTE, indagar en el sentimiento de vergüenza fue lo que me sedujo y puso en marcha el engranaje de la historia.
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