La migración es un fenómeno que se ha venido repitiendo a lo largo de la Historia de la humanidad y cuya existencia siempre ha sido un factor determinante para el desarrollo cultural y tecnológico de las sociedades. Pero, a pesar de ser una manifestación humana característica, los movimientos migratorios son vividos por los países más desarrollados como una amenaza a la convivencia social, la economía y la seguridad nacional.
El drama humanitario de las migraciones por el Mediterráneo ha convertido a la frontera entre Europa y África en la más peligrosa, con miles de muertos en lo que llevamos de nuevo siglo. Como símbolo de la crisis de valores occidental y la falta de solidaridad, aún resuena en nuestra memoria reciente aquella imagen de varios migrantes africanos encaramados en lo alto de la valla de espinos de Melilla, mientras dos golfistas practicaban el swing sobre una gran superficie verde, cuidada al detalle. Es una imagen espantosa, pero también es un retrato fiel de la realidad que vivimos. Una realidad en la que España y la Unión Europea siguen más preocupados por proteger sus fronteras que a las personas. A pesar del mecanismo disuasorio de vallas y policía armada, esto no evita que cada semana intenten llegar a territorio europeo decenas de migrantes subsaharianos, jugándose la vida.
El motivo que les impulsa a emigrar es, principalmente, la búsqueda de una vida mejor. Pero, también, son factores determinantes los motivos políticos, religiosos o el deseo espontáneo de aventura. En muchos casos, emprenden su viaje a escondidas de sus familiares, advertidos de los riesgos que implica la travesía.
No descubrimos nada si decimos que África está padeciendo las consecuencias del colonialismo europeo, donde se ha practicado la explotación, primero como esclavos y, más tarde, extrayendo los recursos naturales fuera del continente africano. ¿Cómo es posible que África sea un continente tan pobre, siendo el más rico del planeta en materias primas? En la propia pregunta, se encuentra implícita la respuesta.
Una vez en territorio español, se ven atrapados entre el sueño roto de una Europa acogedora y llena de oportunidades, y el deseo de volver a casa. Pero, ¿cómo regresar sin nada? Ante la vergüenza de sentirse fracasados, solo les queda aguantar.
Ante el cada vez más creciente flujo de migrantes subsaharianos, es evidente que las medidas en política migratoria adoptadas por los gobiernos español y europeo no están dando resultados.
Hoy, más que nunca, se hace necesario explicar esta realidad y sensibilizar a la sociedad, por ejemplo, a través de esta pequeña película que estamos intentando levantar con honestidad y con la responsabilidad de hacer del mundo un lugar más amable y fraternal. Puedes seguir el proyecto a través de nuestra página de campaña de Verkami, que dará inicio el próximo 20 de diciembre.
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